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Deberes y obligaciones de hijos para con sus padres / Por Mons. Dávila

Descendió a Nazaret, en compañía de sus padres y les estaba sujeto” (Lc., II, 51)

Por: Redacción 25 Enero 2021 18 58

 

En estas palabras del Evangelio se nos propone, en el Niño Jesús, un perfecto modelo de todos los deberes que tienen los hijos para con sus padres.

En este escrito, trataremos de señalar todo lo que tenemos que hacer para observar bien el cuarto mandamiento de la ley de Dios, del cual nos dice el Éxodo XX, 12: “Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largos años en la tierra”.

La palabra honora o “honra”, comprende cuatro deberes: el respeto, el amor, la obediencia y la asistencia.

EL RESPETO

El Respeto se define como un sentimiento de aprecio, veneración, y temor, que nos lleva a tratar siempre a nuestros padres con los mayores miramientos, viendo en ellos la imagen, la majestad, y la autoridad del mismo Dios.

El mismo Dios es quien nos impone este respeto, en el cuarto mandamiento: “Honra a tu padre y madre”; y amenaza con maldición a los que faltan a él, diciéndonos: “El que escarnece a su padre y desdeña obedecer a su madre, cuervos del valle le sacarán los ojos” (Prov. XXX, 17). Pero promete recompensar a los que les son fieles: “El que atesora es el que honra a su madre” (Ecli., III, 5).

Este respeto es interior y exterior:

Respeto Interior. Jamás despreciemos a nuestros padres, cualesquiera que sean sus defectos o extravagancias; jamás les deseemos mal alguno; al contrario, adelantémonos a sus deseos.

Respeto Exterior. Tengamos cuidado de no decir nunca mal de ellos, ni descubrir sus defectos. Triste ejemplo de Cam (Gén., IX, 22 y sigs.).

Jamás les hagamos reproches en sus enfermedades o en su vejez; nunca nos permitamos el menor gesto de menosprecio o de enojo hacia ellos. Ahí tenemos los ejemplos en el Antiguo Testamento de José, tan respetuoso para con su anciano padre Jacob, del joven Tobías para con sus ancianos padres, de Salomón para con su madre Betsabé. (Gén., XLVI, 29 y sigs.; XLVIII, L; Tob., XIV).

EL AMOR

El amor es un sentimiento que une al niño con sus padres y hace que ponga en ellos sus complacencias, sin dejar de pensar, y sacrificarse gustoso por ellos. El amor ennoblece y perfecciona el respeto. Ya que, sin él, sería frío y ceremonioso, y hasta tal vez hipócrita.

Los motivos de este amor filial son:

1. La naturaleza lo manda, y se encuentra aún en los animales irracionales.

2. El agradecimiento lo exige; ¿qué no han hecho los padres y que no han sufrido ellos por sus hijos? Es por eso, que nos dice el Sabio: “No te olvides de los gemidos de tu madre” (Ecli., VII, 49).

3. Dios hizo de él un precepto especial y formal.

Las cualidades de este amor son:

1. Interior, es decir, sincero, y de corazón.

2. Exterior: revelándose con palabras afectuosas, atenciones delicadas, y actos de abnegación.

3. Sobrenatural: Por lo cual se han de amar a los padres por Dios y según Dios; y de todo corazón, indudablemente, pero sin que jamás su voluntad pueda prevalecer sobre la de Dios.

Un ejemplo de esto, lo vemos en la corrección de María Santísima a hijo, diciéndole “Mira que tu Padre (José) y yo, llenos de aflicción, te hemos andado buscando” (Lc., II, 48); y Jesús inmediatamente eleva su pensamiento hacia los derechos de su Padre Celestial y dice: “¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas que son de mi Padre?” (Lc., II, 49); “El que ama al padre o la madre más que a mí, no es digno de mí” (Mt., X, 37).

 

LA OBEDIENCIA

Motivos de esta virtud para los hijos:

1. La orden de Dios es formal: “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor: porque es ésta una cosa justa”, dice San Pablo (Efes., VI, 1).

Por lo mismo, debemos obedecer a nuestros padres en todo lo que es conforme a la voluntad divina; porque esto agrada al Señor. Es por eso que dice el Libro de los Proverbios I, 8: “Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no desdeñes las enseñanzas de tu madre”. Además, los padres tienen o ocupan el lugar de Dios, de quien viene toda paternidad.

2. Debemos de considerar los ejemplos de Isaac, de José, y del joven Tobías en el Antiguo Testamento: (Gén., XXII, XLVII y sigs.; Tob., IV y XIV).

3. La razón lo exige para el buen orden y para la paz de las familias. Un hijo que deja de ser obediente, dice San Pedro Crisólogo, no es un hijo, es un monstruo.

Esta obediencia debe de ser:

1. Pronta, sin dilación, sin vacilación, ni resistencia, ni murmuración.

2. Generosa, e incluso alegre, de buen grado o humor, porque el amor lo hace dulce y fuerte. Así lo dice el Cantar de los Cantares VIII, 6: “Que es fuerte el amor como la muerte”.

3. Entera, para todo lo que no sea contrario a la voluntad divina.

LA ASISTENCIA

Consiste en ayudar a los padres en todas sus necesidades:

1. necesidades corporales: pobreza, enfermedades, vejez, y ayudándoles con cuidados, trabajo y dinero.

2. necesidades intelectuales, soportando sus defectos, procurando excusarlos todo lo posible y cubrir con un velo discreto su ignorancia, sus palabras erróneas o arrebatadas, etc.

3. necesidades espirituales, pidiendo por ellos, ayudándoles a cumplir sus deberes religiosos y a recibir los últimos Sacramentos; después de su muerte, continuar pidiendo por sus almas y ejecutando sus últimas voluntades.

Este deber de la asistencia se funda:

1. En el precepto formal de Dios: “Hijo acoge a tu padre en su ancianidad y no le des pesares en su vida”; “Si llega a perder la razón, muéstrate con él indulgente”; “Como un blasfemo es quien abandona a su padre, y será maldito del Señor quien irrita a su madre” (Ecli., III, 14, 15, 18).

2. En el agradecimiento que exigen todos los sacrificios, cuidados, y solicitudes, que tanto se han recibido de los padres.

Por último, hijos honren, y amen a sus padres, y Dios les bendecirá en este mundo y en el otro. Para que sean su gozo aquí en la tierra y su corona por toda la eternidad. Miremos a Jesús, el divino Niño y pidámosle la gracia de imitarle.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro: “Archivo Homilético” de J. Thiriet – P. Pezzali.

Sinceramente en Cristo

Mons. Martín Dávila Gándara

Obispo en Misiones

Sus comentarios a obmdavila@yahoo.com.mx


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