Posverdad

La madrugada trajo agua y destrucción a la Fronteriza Baja. Y con ello, Cruz Pérez Cuéllar decidió ponerse las botas, caminar entre el lodo y mostrar que el alcalde que escucha, que ve, que actúa.

No es casualidad que haya sido él, personalmente, quien encabezó la visita a la colonia golpeada por las lluvias. Tampoco es casual que haya anunciado un censo, una declaratoria de emergencia, y hasta operativos nocturnos. Consciente del momento, el edil tomó el timón de la narrativa: aquí está el Gobierno Municipal —dice—, presente, operativo, humano.

Pero el mensaje de fondo es más fino. La reubicación de familias y la petición de recursos federales no son solo gestos de atención: son también señales de gestión, de que el municipio puede más que solo barrer calles. Cruz marca territorio.

A estas alturas del segundo mandato, el alcalde sabe que cada emergencia puede ser una vitrina. Y aunque 30 casas bajo el agua son tragedia, también son oportunidad de mostrar músculo administrativo y sensibilidad social.

La pregunta es si el respaldo que ahora pide a Hacienda y Cabildo llegará a tiempo. Porque mientras los papeles suben y bajan entre oficinas, los damnificados ya esperan soluciones concretas. Y ahí, la gestión rápida puede convertirse en capital político… o en desgaste acumulado.

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Con Donald Trumpen la Casa Blanca, la política exterior de Estados Unidos ha retomado su tono más beligerante. Esta semana, su fiscal general, Pam Bondi, incluyó formalmente a México en la lista de “adversarios” del país, colocándolo al nivel de potencias como Rusia, China e Irán.

La declaración se dio durante una audiencia ante el Comité de Gastos del Senado, donde Bondi aseguró: “Trump lo ha dicho alto y claro: ¡No nos dejaremos intimidar y mantendremos a Estados Unidos seguro! No solo de Irán, sino también de Rusia, China y México, de cualquier adversario que intente matarnos o drogar a nuestros hijos”.

El señalamiento no es menor ni retórico: proviene del núcleo duro de la administración estadounidense y en un contexto oficial. La mención de México como amenaza a la seguridad nacional refuerza la narrativa que Trump ha sostenido desde su primera campaña: que el sur representa no solo un problema migratorio, sino una amenaza existencial.

Esta escalada verbal ocurre mientras México atraviesa un relevo político, con Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional apostando por una diplomacia pragmática y por mantener los acuerdos comerciales y de cooperación con Washington. Sin embargo, la inclusión de México en la lista negra de Trump representa un desafío para esa estrategia.