Posverdad

Queda más que claro: Daniela Álvarez va sola para liderar al PAN en Chihuahua, y todo indica que ya hubo luz verde desde Palacio de Gobierno. 

La jugada está bien calculada, y no es casualidad que hasta Marco Bonilla, el alcalde de la capital, haya firmado de su puño y letra la hoja de apoyos para Álvarez. 

Un espaldarazo de ese calibre es la señal definitiva de que no habrá contienda interna. El camino está libre para la juarense.

Ahora bien, el verdadero reto apenas comienza. Aunque su candidatura es de unidad, la recolección de firmas será su oportunidad para conectarse con la militancia en un estado tan vasto como Chihuahua, donde las lealtades no siempre son fáciles de asegurar. Álvarez, conocida por su capacidad de trabajo y por saber cuándo toca hacer ruido, tendrá que demostrar que es la líder adecuada para una tarea nada sencilla: la refundación del PAN Estatal.

La misión no es menor. Con un horizonte político que apunta al 2027, Álvarez tiene la responsabilidad de preparar al partido para lo que promete ser una de las elecciones más competitivas en la historia reciente.

 Si logra poner la casa en orden, no solo estará consolidando su liderazgo, sino que estará sentando las bases para un PAN más fuerte y capaz de hacerle frente a Morena en el próximo gran desafío electoral.

***********

Ya es oficial. La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, confirmó con un discreto gesto que estará presente en la toma de protesta de Claudia Sheinbaum este 1 de octubre.

Al entrar a Palacio, un simple asentimiento con el dedo bastó para confirmar la invitación que algunos en la 4T quisieran tener, pero no podrán. 

La pregunta del millón será cómo Claudia, ya investida como presidenta, se relacionará con los gobernadores.

Todos los reflectores estarán sobre ese momento, y más de uno buscará descifrar si el apretón de manos de Sheinbaum a Campos implica un "borrón y cuenta nueva" en la relación Federación-Estado. 

Maru tiene frente a sí una oportunidad dorada. Empezar de cero con una presidenta que, como ella, conoce bien las dificultades de gobernar.

Aunque se trate de dos polos políticos opuestos, este podría ser el inicio de una relación más pragmática, donde las diferencias ideológicas cedan ante los retos conjuntos que enfrentan ambos gobiernos.

¿Se podrá?

*************

Ya estamos en la última semana de gobierno de Andrés Manuel López Obrador y el ambiente de nostalgia se siente en el aire, especialmente entre sus seguidores.

La reunión del gabinete de seguridad fue una muestra de ello: tamales, fotos, e incluso se rompió un poco la rigidez castrense para despedir al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Se cierra un capítulo, pero no sin antes disfrutar del simbolismo que caracterizó su mandato.

El presidente se prepara para un cierre con broche de oro, con eventos cargados de peso político, dejando pistas sobre lo que viene. Logró lo que parecía imposible para otros: colocar a su sucesora, Claudia Sheinbaum, al frente del país; poner en marcha la Cuarta Transformación y, como cereza del pastel, llegar al poder que siempre se le resistió: el Judicial.

La supermayoría en el Congreso asegura que las últimas reformas a la Constitución pasarán como lo tenía planeado.

En el plano político, AMLO no solo dejó huella con sus políticas, sino que también destrozó a la oposición.

El PRD quedó en el olvido, el PRI en la lona y el PAN, desbalanceado. Mientras tanto, en Morena, la continuidad está asegurada, con su hijo Andrés operando para Luisa María Alcalde, y niveles de aprobación que, tras un sexenio completo, no se habían visto en dos décadas. Como él lo dijo, "no fue fácil, pero aquí estamos".