Posverdad

La grilla en el gabinete fronterizo está que arde, justo cuando Carlos Ortiz Villegas cumple su primer mes como representante de la gobernadora en Ciudad Juárez, una posición clave que, sin embargo, parece no tener el peso suficiente entre los propios funcionarios estatales.

Y es que hasta el momento no ha podido coordinarse con los subsecretarios y secretarios. El caso más sonado fue el encontronazo con Austria Galindo, quien sin titubeos le dejó claro que tiene el respaldo directo de Maru Campos y que no necesita alinearse con Ortiz para operar en la frontera, incluyendo el tema de los chalecos azules... sas.

Otro desplante se dio durante el informe de la gobernadora en Pueblito Mexicano, donde Karla Gutiérrez Isla, coordinadora del Registro Civil, decidió ignorar la instrucción de Ortiz y simplemente no salió a atender a la gente en el exterior, como se había indicado.

Por si fuera poco, en los círculos políticos se comenta que Rafael Loera aún no lo ha agregado a los grupos de coordinación VIP, dejándolo fuera de jugadas clave en más de una ocasión.

El mensaje es claro: Ortiz necesita más que la designación en el papel para consolidarse en su puesto. Hasta ahora, no parece tener el control absoluto de la representación gubernamental en la frontera, y si quiere ganar ese lugar, tendrá que redoblar esfuerzos, demostrar mayor peso político y, sobre todo, asegurarse de que Maru le entregue el power que le corresponde.

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El presidente, Cruz Pérez Cuéllar decidió jugar con cautela en el conflicto que se ha desatado entre la Dirección de Transporte del Estado y los concesionarios del transporte público en Ciudad Juárez.

Por un lado, respaldó los operativos de inspección asegurando que “es parte de su trabajo”, pero al mismo tiempo evitó entrar en la arena del debate con los concesionarios, quienes han manifestado su descontento con las revisiones.

Cruz no cerró la puerta a escuchar a los transportistas, aunque dejó claro que la resolución del conflicto es responsabilidad del Gobierno del Estado.

El alcalde respalda la supervisión del transporte, pero sin entrar en choques innecesarios con los concesionarios. Un movimiento estratégico que le permite no enemistarse ni con la autoridad estatal ni con un sector clave para la movilidad de la ciudad.