Posverdad

La presidenta Claudia Sheinbaum ha demostrado que en política internacional no basta con tener la razón técnica, también hay que saber mover las piezas. En medio de la crisis por el Tratado de Aguas de 1944 y bajo la presión incendiaria de Donald Trump, la mandataria mexicana apostó por un gesto diplomático de alto nivel: una llamada directa al magnate neoyorquino hoy nuevamente en la Casa Blanca.

Sheinbaum describió la conversación como “muy positiva”, y en diplomacia, esa frase no se improvisa. Lo relevante es que ambas administraciones acordaron dar continuidad al trabajo técnico entre sus secretarías de Hacienda, Tesoro, Economía y Comercio para buscar alternativas que mejoren el balance comercial. Es decir, en vez de cerrar puertas, abrieron líneas de negociación, justo cuando el escenario parecía romperse.

La llamada con Trump, por muy cordial que haya sido, tiene también ecos de advertencia. La presidenta sabe que si cede sin estrategia, pierde en lo político. Pero si enfrenta al gobierno estadounidense de forma frontal, arriesga el entorno económico de todo el país. Y en el caso de Chihuahua, la preocupación no es solo diplomática: es hídrica, agrícola y social.

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A quien le fue de lujo en la marcha del Primero de Mayo fue al presidente municipal Cruz Pérez Cuéllar, que sin buscarlo terminó cosechando un momento político clave entre porras, pancartas y viejas banderas de lucha sindical. 

La tradicional marcha del Día del Trabajo, organizada por la CTM, volvió a las calles de Ciudad Juárez y lo hizo con una fuerza inesperada, marcando un regreso con músculo y narrativa de unidad.

Y ahí estaba Cruz, no como invitado decorativo, sino como figura central entre las bases obreras, saludando, tomándose fotos y escuchando las viejas demandas con un tono más cercano que institucional. No fue casualidad. En un año donde ya se siente la galopada rumbo al 2027, el edil juarense sabe que cada gesto suma y cada bloque importa. Y los sindicatos, por más debilitados que algunos los quieran ver, todavía arrastran estructura, presencia territorial… y voto duro.

La CTM, encabezada en la frontera por Jesús José Díaz Monárrez, volvió a poner orden entre las filas laborales: ruteros, taxistas, materialistas, trabajadores de la JMAS y hasta personal de maquilas, todos alineados, marchando al viejo estilo priista, pero ahora en tiempos morenistas.

Cruz no sólo asistió, marchó. Y ese pequeño gesto no pasó desapercibido. Porque lo que se leía en el fondo es que el presidente municipal ha logrado no romper puentes con sectores que antes eran adversarios naturales de Morena, y eso habla de su olfato político para sumar donde otros prefieren confrontar.

El mensaje es claro: Pérez Cuéllar juega a la inclusión de sectores, se acomoda bien en las calles y sabe leer los símbolos. A diferencia de otros actores que evitan escenarios que no controlan, el alcalde los capitaliza. Y la calle, sobre todo en Juárez, sigue siendo el mejor termómetro político.