Posverdad

El PAN Chihuahua ha encendido motores con su más reciente cruzada: la defensa de la vida y la familia. En un tono combativo, su presidenta estatal, Daniela Álvarez, no solo reafirmó estos principios como bandera del partido, sino que convocó a su militancia a llevar el mensaje a las calles, casa por casa, con los llamados “chalecos azules”.

Más allá de la retórica partidista, lo que resulta evidente es que el PAN ha decidido capitalizar el derecho a la vida como una estrategia de movilización política. En Chihuahua, donde el tema ha generado una fuerte polarización, la narrativa de Álvarez busca encuadrar a Morena como el promotor de una “agenda de la muerte”, mientras el blanquiazul se erige como el último bastión en la defensa de los valores tradicionales.

En la sesión del Consejo Estatal panista, la dirigencia dejó claro que esta será una batalla larga, librada en distintos frentes: desde las calles hasta los medios y las redes sociales. 

Lo interesante será observar si esta estrategia logra permear en el electorado chihuahuense y si el tema trasciende la arena política para convertirse en un factor de peso rumbo a las próximas elecciones.

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El Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez lanzó una advertencia tajante a los migrantes: ingresar ilegalmente al país puede costarles la posibilidad de volver en el futuro. La publicación en redes sociales no es casualidad ni gesto aislado, sino parte de una estrategia más amplia de disuasión en tiempos donde la política migratoria de Donald Trump retoma protagonismo.

La frontera entre Ciudad Juárez y El Paso ha sido históricamente un termómetro de la relación México-EE.UU. en materia migratoria. Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, la narrativa de “cero tolerancia” se vuelve a instalar, y aunque las deportaciones han disminuido en comparación con las administraciones demócratas, la retórica del miedo sigue siendo un arma efectiva para frenar el flujo migratorio.

El mensaje del consulado deja entrever que no habrá excepciones, recordando que aquellos que crucen de manera irregular serán expulsados y podrían enfrentar una prohibición de reingreso. Es un recordatorio de que, aunque los números de deportaciones no hayan alcanzado los niveles de Biden u Obama, la política migratoria de Trump tiene su propia manera de imponer control: menos redadas, más barreras legales y una presión constante sobre los migrantes.

Para Ciudad Juárez, esto tiene implicaciones directas. Con la infraestructura de atención migrante preparada para crisis humanitarias que, por ahora, no han estallado, el reto es evitar que el tapón fronterizo se convierta en un problema mayor. Mientras tanto, la advertencia de EE.UU. es clara: quien cruce sin papeles, difícilmente tendrá una segunda oportunidad.