Posverdad

La frontera volvió a crujir. De lunes a miércoles, más de 2 mil tráileres quedaron varados en Ciudad Juárez, víctimas de una falla en la plataforma digital del SAT que colapsó las exportaciones. 

Mientras el comercio se paralizaba, Manuel Sotelo Suárez, líder de la CANACAR, describía un escenario de filas kilométricas en los puentes Zaragoza y Córdova-Américas, con esperas de hasta cinco horas por trámites manuales ante una Aduana desconectada del siglo XXI.

Pero el verdadero golpe político está más allá de las filas. Este colapso ocurre justo cuando Donald Trump calienta el escenario con amenazas de aranceles si México no frena el flujo migrante. ¿Resultado? Una frontera asfixiada entre presiones económicas y operativos que militarizan el cruce. Si Juárez es el termómetro, el riesgo de una crisis binacional es más que evidente.

El jueves, el SAT logró restablecer su famosa “ventanilla única”, pero el daño está hecho. Ciudad Juárez, el pulmón del comercio fronterizo, quedó como rehén entre una crisis tecnológica y un tablero geopolítico que no da tregua. 

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Guadalupe Acosta Naranjo, el experredista que ahora quiere pintar a México de rosa con su nueva apuesta ‘Somos México’, dejó claro que en Chihuahua para el 2027 solo hay dos sopas: PAN o Morena. Y entre lo malo y lo peor, él y su grupo ya se inclinan por los azules.

En la mesa, junto a Gustavo Madero, quien sigue con camiseta panista pero ya coquetea con brincar al barco rosa, y Emilio Álvarez Icaza, el discurso fue directo: ‘Si hay que escoger, mejor el PAN’. Pero, ojo, no es amor, es conveniencia. 

Su jugada es captar el voto desencantado, ese que no quiere saber nada de Morena, pero que tampoco traga al PAN.

Acosta Naranjo y compañía no buscan ser protagonistas, sino árbitros: una bisagra política que incline la balanza si la pelea PAN-Morena se cierra, como todo indica que será. Por eso, más que partido rosa, parecen estar preparando un partido comodín para negociar a futuro.

En Chihuahua, donde la política siempre se juega a puño limpio, esta movida podría ser clave. Porque si Madero da el salto, ya no solo estaríamos hablando de un ‘nuevo partido’, sino de una fractura real dentro del panismo.