Así le “devolvieron dignidad” a estatua del fundador de Delicias 🎦

El escritor Carlos Gallegos, dio a conocer una historia en la que le “devolvió la dignidad al fundador de Delicias”, esto al quitarle a la estatua una camiseta percudida y rota que alguién le arrojó a la misma.
Por: Redacción 21 Mayo 2025 12 13
Esta mañana, el escritor y artista Carlos Gallegos, dio a conocer su relato “En Anti Solar del Jefe Blake”, en donde narra una experiencia en la que él y sus acompañantes tuvieron que limpiar la estatua del fundador de Delicias para devolverle la dignidad.
En su relato, el señor Gallegos relata que mientras caminaba con Pedro Martínez y Raúl Rivas por el Hotel del Norte, en Delicias, se dieron cuenta de que la estatua de Carlos Blake, fundador de Delicias, estaba cubierto con una camisa vieja, rota y sucia.
Como todos los delicienses le muestran respeto a “Don Carlo blake”, representado en esta escultura por Oscar Ponzanelli, pensaron que esto era un “espejismo”, pero al fijarse a detalle en la estatua, se dieron cuenta de que no era así.
En ese momento, el señor Gallegos decidió subir a la estatua y quitar la camiseta para devolverle a la misma su estado de dignidad, ya que este hecho lo consideraron como un ultraje al civismo.
El escrito del señor Gallegos es el siguiente:
EN ANTI SOLAR DEL JEFE BLAKE
A las 14:45 horas de la calurosa tarde de ayer, al pasar frente al Hotel del Norte,Pedro Martínez,Raúl Rivas y yo, hicimos lo que hacen todos los delicienses que pasan por ahí: admiramos nuestra gran joya arquitectónica y saludamos con respeto a don Carlos Blake, presente en la escultura de Oscar Ponzanelli que está sobre el camellón de la Avenida Agricultura.
De pronto,en un vislumbre del fuerte sol,vimos algo increíble, que creímos era un espejismo clásico de los desiertos: una camiseta percudida y rota cubría el torso del fundador en jefe de Delicias.
Rivas,en reacción refleja del periodista siempre alerta, echó mano a su celular para la foto, al tiempo que mentalmente redactaba la nota para elpionero.com.
Pedro puso cara de enojo ante tal ultraje al civismo, y yo, arriesgándome a romperme la crisma y algo más, escalé ágilmente la base del monumento y de enérgico tirón arranqué el hilacho, arrojándolo en un cesto cercano, devolviéndole al ingeniero su apariencia original, según consta en el filme que grabó Pedro.
Luego, cada cual tomó su rumbo y, todavía a varias cuadras de distancia, volteábamos hacia atrás para desengañarnos de que la reciente escena no había sido producto de un golpe de calor típico de los estíos de aquí.
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