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Festividad de la Santísima Trinidad | Por Mons. Martín Dávila

“Oh Señor, Señor nuestro, cuán magnífico es tu nombre en toda la tierra” Salm. VIII, 2.

Por: Redacción 04 Junio 2023 10 09

FESTIVIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD

“Oh Señor, Señor nuestro, cuán magnífico es tu nombre en toda la tierra” Salm. VIII, 2.

Bendita sea la Santa Trinidad y la indivisible unidad; démosle gloria, porque mostró con nosotros su misericordia. (introito de la Misa)

La liturgia de la Iglesia, ha ido reflejando durante el año una serie ordenada de las obras de las personas divinas, singularmente las del Hijo y las del Espíritu Santo, el primero, en la Redención, y el segundo, en la Santificación de las almas.

Dicha serie se cierra con Pentecostés, es decir, con el establecimiento del reino de Cristo y del Espíritu Santo, enviado por Él a la tierra, que debe de continuar su obra hasta la consumación de los tiempos.

Pero: ¿Qué cosa más natural para la Iglesia que resumir en una fiesta toda la historia de la divina revelación e invitar a todos sus hijos a fijar los ojos iluminados por la fe en el Principio Uno y Trino, de quien se deriva y dimana todo cuanto hay en el cielo, en la tierra y en el infierno?

En esta fiesta. La Doctrina católica nos enseña—como dogma principal y fundamental entre todos—que existe un sólo Dios en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta doctrina consta de manera clara y explícita en la divina revelación y ha sido propuesto infaliblemente por la Iglesia en todos los Símbolos o credos de la fe.

Esta divina revelación, nos ha manifestado a Dios, principio sin principio, uno y eterno; piélago inconmensurable de la esencia divina, en la persona del Padre, que por nadie fue hecho, ni creado, ni engendrado, que es por sí mismo.

Luego nos muestra, que este Padre engendra de sí mismo un Hijo único, igual a Él, recordándonos también sus obras después de haberse hecho hombre.

Después nos muestra el Espíritu Santo, que procede como amor eterno del Padre y del Hijo y que derrama sobre la Iglesia el agua de la vida divina.

Esta divina revelación invita al cristiano a levantar sus ojos y ver de todas las cosas creadas, y a las cosas realizadas por el Hijo hecho hombre y por el Espíritu Santo santificador; y a remontar el río que desde el cielo se derrama sobre la tierra.

Nuestra mirada debe de estar siempre puesta en la fuente, y en el origen primero de todas las cosas, o sea, en Dios, que es uno en esencia y trino en personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. He aquí la raíz, el punto del cual todo irradia; he aquí la síntesis suprema de nuestra fe.

Es por eso, que la fiesta de la Santísima Trinidad no podía colocarse en otro lugar mejor que en este domingo que sigue a Pentecostés, que es la manifestación prodigiosa de la tercera Persona Divina.

Honremos, por lo tanto, a la Santísima Trinidad con actos de fe, de gratitud y de amor.

ACTOS DE FE

Creyendo firmemente todo lo que la Iglesia nos enseña sobre el misterio de la Santísima Trinidad. Ya que Dios mismo no lo ha revelado. Para que acto sea meritorio es necesario que este lleno de humildad y sumisión a la palabra de Dios.

ACTOS DE GRATITUD

Demos gracias a Dios por todos los beneficios que ha recibido la humanidad como: la Creación, la Providencia, la Encarnación, la Redención, y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Demos gracias también por los sacramentos canales de la divina gracia.

Demos gracias al Señor, debido a que todas las bendiciones se nos dan en el nombre de la Santísima Trinidad.

Demos gracias siempre al Señor, debido también a que nacemos, vivimos, morimos en nombre de la Santísima Trinidad.

Profesa, pues, tu fe, alma cristiana diciendo siempre y en todo momento: En el nombre del Padre, en el nombre Jesucristo Hijo de Dios, y en el nombre del Espíritu Santo.

ACTOS DE AMOR Y DE ALABANZA

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad:

- Con nuestra fidelidad en evitar todo pecado, en observar los preceptos y en cumplir la voluntad de Dios en todas las cosas.

- Con una vida santa y pura, verdaderamente digna de Dios, conservando su imagen en nuestra alma.

- Esforzándonos en imitar la bondad, la caridad de la Santísima Trinidad.

- Rezando bien nuestras oraciones, haciendo piadosamente la señal de la cruz, y diciendo con frecuencia: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

- Procurando darle a conocer y hacer que sea amada de todos.

Por último. Unámonos al culto litúrgico de la Iglesia en la adoración, acción de gracias y glorificación de la Santísima Trinidad, para que nos ayude en la salud de nuestro cuerpo y de nuestra alma.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro: “Archivo Homilético” de J. Thiriet – P. Pezzali.

Sinceramente en Cristo

Mons. Martín Dávila Gándara

Obispo en Misiones

Sus comentarios a obmdavila@yahoo.com.mx

 


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