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Orando al oriente / Por Pbro. Carlos Muñoz Caselín

Los musulmanes acostumbran rezar, dirigiéndose siempre a la misma dirección: El oriente (más específicamente a la ciudad de La Meca).

Por: Redacción 22 Mayo 2022 08 45

Los musulmanes acostumbran rezar, dirigiéndose siempre a la misma dirección: El oriente (más específicamente a la ciudad de La Meca).

Los judíos, por su parte, rezan dirigiéndose a Jerusalén, también al oriente. ¿De dónde viene esta costumbre?, ¿Es exclusivo de esas religiones?, ¿Los católicos deberían hacer lo mismo?, ¿Por qué orar al oriente?

El tema es muy importante, porque nos ayuda a conocer mejor, las razones trascendentes de una de las prácticas más antiguas del ser humano, que es la capacidad de orar.

Con esta práctica, aun considerada como ejercicio meramente humano, el hombre ha concebido grandes ideas, que le han permitido mejorar como individuo y como sociedad.

Sin embargo, lo esencial en la oración, es que se trata de un acto espiritual, sobrenatural, a través del cual el ser humano, encuentra el sentido trascendente de su propia existencia y se dispone para el futuro eterno al que irremediablemente se dirige, seamos o no conscientes de ello.

La oración es sumamente valiosa para el ser humano, por lo tanto, hay que tomarse muy en serio la calidad con que se realiza.

Ante el desconocimiento de cosas elementales de fe, combinada con la mucha mala fe, de quienes critican la religión católica, del amplio tema que es la oración, hoy compartiremos un aspecto de ella: La oración al oriente.

Esta costumbre está, casi perdida desde hace décadas entre los católicos, actualmente sólo es conservado por unos cuantos, que además son tachados de exagerados, anticuados y hasta sectarios, pero de ellos podemos aprender mucho, pues se la han ingeniado, para conservar algo tan valioso, como es esta forma de orar.

Dejemos por un momento la severidad de la crítica y al menos por cultura general aprendamos las razones por las cuales algunos católicos siguen rezando, con la intención de hacerlo hacia el oriente, pues si respetamos a los judíos y musulmanes en esta práctica de sus creencias, ¿Por qué no brindar el mismo beneficio de respeto a los católicos que mantienen esta costumbre bíblica? Costumbre que mantienen viva, a veces soportando la crítica de sus propios superiores y autoridades religiosas, de quienes se esperaría más celo en mantener valores de significado tan profundo.

Estamos en un mundo en el que cualquier bien que se intenta, parece que debe hacerse remando contra corriente.

 

¿Por qué rezan hacia el oriente?

Para la religión judía, al igual que para los islámicos musulmanes, la razón de orar hacia el oriente es que, en esa dirección geográfica se encuentran Jerusalén y La Meca, ciudades sagradas para una y otra religión respectivamente.

En Jerusalén estuvo el templo de Salomón, destruido y reconstruido varias veces, lugar en que Dios se manifestó al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, además de prometerles, que el Mesías haría acto de presencia en dicho lugar. Esta profecía se cumplió con la presencia de Cristo en dicho templo, mas como los judíos, no aceptaron a Cristo como Mesías, hoy siguen a la espera del mismo, dirigiendo su oración hacía el muro de los lamentos, que es lo que queda de aquel templo, destruido una vez más, poco después de la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo.

Para los musulmanes, la razón de orar hacía La Meca, que también está en oriente, es que, en esa ciudad nació el fundador de dicha religión, el profeta Mahoma y es el lugar en que según afirma él mismo, le fue entregado el Corán, libro sagrado para ellos.

 

Los cristianos también oraban hacia el oriente.

Para los cristianos de los primeros siglos, que son los católicos de hoy, orar hacia el oriente era algo muy lógico, porque del oriente sale el sol y ellos sabían que Cristo el Mesías prometido, es llamado “sol de justicia” por el profeta Malaquías; Conocedores de esto, aplicaron este nombre a Cristo y naturalmente comenzaron a dirigir su oración hacia el oriente, con lo cual buscaban honrar a Jesucristo, en su título de sol de justicia.

Además, el lugar en que se consumó la redención, con la muerte de Cristo, fue en Jerusalén, ciudad en que se verificaron grandes acontecimientos de la historia de la Iglesia Católica, como la celebración de la primera Misa en el jueves santo, la última cena, la resurrección, la ascensión de Cristo a los cielos y la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, entre otras cosas.

Son muchas maravillas obradas en la misma ciudad, como para ignorar lugar tan importante, por eso cuando el cristianismo se extendió por el mundo, los cristianos dirigían su oración hacia esta dirección, en memoria y honra de todas estas grandezas.

Además, tenían presente aquel pasaje, en que Nuestro Señor afirma:Cuanto pidáis al Padre en mi nombre, Él os lo concederá Lc. 1,78, el cristiano de esos primeros siglos demostraba visiblemente, que lo que pedía en su oración, lo hacía en el nombre de Cristo, dirigiendo su oración hacia el oriente, donde vivió y murió el salvador.

 

¿Cómo dirigían su oración al oriente?

Generalmente lo hacían dirigiendo sólo la intención de sus oraciones hacia ese lugar, pero cuando se realizaba el culto público, que es la Santa Misa, procuraban además de la pura intención, dirigir sus miradas hacía aquella dirección, es por eso que muchas iglesias fueron construidas de modo que el altar principal, está dirigido hacia el oriente.

Tal vez en algún templo de tu localidad, puedas comprobar esto, si por la mañana cuando sale el sol, observas que la fachada principal de la iglesia, forma una gran sombra al entrar a la misma, señal de que el sol está dando sus primeros rayos al altar principal, por lo tanto, ese altar está construido en dirección al oriente, así se aseguraban, que quien hiciera oración en dichos templos, estaría dirigiéndose al oriente.

De aquí y de otras razones bíblicas, que por el momento omitimos, viene la costumbre de que, en la Misa Católica, el sacerdote, junto con el pueblo asistente, solían dirigir sus miradas y oraciones hacia la misma dirección y no de frente uno con los otros, como sucede actualmente.

Estaba claro el sentido religioso y nadie se sentía ofendido por ver la espalda del sacerdote durante la mayor parte de la Misa; Sabían que juntos, sacerdote y pueblo estaban dirigiendo el Santo Sacrificio de la Misa y sus oraciones personales “ad orientem”, como se expresaba en latín, esto por las razones ya explicadas.

 

¿Y cuándo no se puede orar al oriente?

Con el tiempo y por las diferencias geográficas de cada región o de cada pueblo, no siempre fue posible seguir construyendo los templos con el altar hacia el oriente, la intención de hacerlo se mantuvo por muchos siglos, procurando construir al menos las principales iglesias, en esa dirección; Si literalmente no se podía dirigir el altar al oriente, entonces la Misa y oración se mantuvo en dirección al crucifijo que solía presidir todo altar, pues en dicho crucifijo está representado Cristo, sol de justicia y el verdadero oriente de todo.

Por esto aun en la actualidad, grupos de católicos, cada vez más numerosos, siguen haciendo sus Misas dirigiendo el culto hacia la misma dirección que es el crucifijo, y donde las circunstancias lo permiten, dicha dirección y crucifijo están rumbo al oriente.

Se escucha decir a algunos, que esos católicos anticuados rezan dando la espalda a la gente, tal expresión es inexacta, pues la intención en ese tipo de oración o Misas, no es dar la espalda a nadie, sino orar juntos en la misma dirección; Costumbre bíblica, antiquísima y con profundo sentido místico, como ya explicamos, que por desgracia se ha perdido en la actualidad.

Esta costumbre ya no es común, sin embargo, resulta interesante conocer las razones de quienes mantienen viva esa costumbre y que el resto tengamos al menos un poco de compresión y empatía, pues no son gente terca, ni anticuada, ni irrespetuosa, ni sectaria, sólo son personas que quieren conservar algo respetable que tiene un profundo sentido religioso.

Sólo son personas que quieren recibir y experimentar las gracias, que Dios derramó en el pasado a quienes vivieron, orando al oriente.

 

Pbro. Carlos Muñoz Caselín.


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