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La Importancia de la Oración | Por Monseñor Martín Dávila

“Esta desolada toda la tierra porque no hay nadie que reflexione en su corazón” (Jer., XII, 11). Estas palabras salidas de los labios de del profeta Jeremías, nos descubren una de las grandes causas de todos los males que aquejan a la humanidad.

Por: Redacción 22 Mayo 2022 16 46

Todo esto es debido a que nadie hay que entre en su corazón, piense seriamente sobre el estado de su alma y de la necesidad que tiene de volver a Dios; en otras palabras, hay pocos hombres de oración.

Podemos definir de una manera general la oración como: Un elevar nuestra mente a Dios: de donde se sigue todo lo que de alguna manera une nuestro espíritu con Dios es orar.

EXCELENCIA DE LA ORACIÓN

LA ORACIÓN ES: La fuente de las gracias porque es como la llave que nos abre las arcas de los tesoros divinos. La madre de las virtudes, pues por su medio se aprende a ser virtuosos. El alimento del alma en donde se fortalece para saber luchar las batallas del Señor. La maestra de perfección que nos aficiona a la vida sobrenatural y del espíritu.

LA ORACIÓN ES EL ABISMO INSONDABLE QUE SEPARA: Al bueno del malo; el bueno reza, y el malo por lo regular nunca reza. Al virtuoso del vicioso; ya que la oración es maestra de virtud. Al hombre espiritual del hombre animal.

DESDE EL MOMENTO EN QUE UN ALMA SE ENTREGA A LA ORACIÓN: Entra en una región superior que se halla por encima de las cosas de la tierra. Comienza a respirar una atmósfera más pura; se aleja de ese ambiente corrompido que se respira en el mundo. Su mirada es más elevada, levanta el vuelo por regiones etéreas y se va acercando al infinito o sea Dios. Entabla un combate sin tregua contra el mundo, demonio y carne. En una palabra: en el camino de la perfección no se puede dar un paso sin la oración.

NECESIDAD DE LA ORACIÓN.

LA ORACIÓN ES NECESARIA EN EL ORDEN NATURAL, si queremos llevar una vida conforme con nuestro ser humano. Observemos lo que hace un hombre trabajador: piensa en lo que forma el objeto de sus pretensiones; los medios para conseguirlo; en las dificultades que hay que vencer, reflexiona sobre la manera más fácil y segura para llevarlo a cabo y tan sólo entonces pone manos a la obra.

El caminante observa el lugar a donde quiere ir; el camino que tiene que seguir, las dificultades que debe vencer; piensa en los gastos, en las provisiones, en los alimentos, en fin, en todo lo que más le pueda ser útil y provechoso. Y mientras está ejecutando su obra, o se halla en el camino, se fija y reflexiona si va acertado, si ha habido algún engaño, si no se ha desviado del camino recto que lo conduce al término.

Hasta los mismos niños piensan mucho en sus juegos y en el modo de vencer y sobresalir entre sus compañeros. De donde se sigue que la oración tiene un papel muy importante en la vida ordinaria del hombre.

LA ORACIÓN ES NECESARIA EN EL ORDEN SOBRENATURAL. Deber nuestro es reproducir en nosotros a Jesucristo y ser una imagen viva de Nuestro Señor. Para conseguir este intento es necesaria la oración; muchos fracasan en esta empresa porque no se dedican a la oración o porque se figuran que esto de orar es tan sólo para almas escogidas, santas o religiosas. La meditación es necesaria para todo aquel que quiere ser buen cristiano.

ES NECESARIA TAMBIÉN PARA CUMPLIR EL PRECEPTO DIVINO. Jesucristo nos dice. Velad y orar (S. Marcos XIII, 33); Orad sin cesar (S. Lucas XVIII, 1); Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y os abrirán (S. Mateo VII, 7).

PARA SATISFACER UN DEBER DE JUSTICIA. Nosotros estamos obligados a glorificar a Dios; ahora bien, la oración que es una especie de unión con él, sirve para cumplir con este deber.

PARA ATENDER A LAS NECESIDADES DE NUESTRA ALMA. Así como en el orden de la naturaleza no podemos nada por nosotros mismos, así tampoco en el orden de la gracia; todo nos debe de venir de Dios; y si no rezamos, ¿cómo podemos esperar que Dios nos ayude?

PARA VENCER AL ENEMIGO. El demonio que odia nuestra alma y busca la oportunidad para arrastrarla al infierno, no descansa un momento para perdernos; es absolutamente necesario que nos armemos contra los enemigos de nuestra alma, y la mejor arma para resistir sus asaltos es la oración.

PARA ABRIR LAS PUERTAS DEL CIELO. Santa. Teresa decía: Dadme un alma que haga media hora de oración al día y yo le aseguro el cielo. Por eso también decía S. Alfonso Ma. De Ligorio ¡El que ora se salva; el que nunca ora se condena!

EFICACIA DE LA ORACIÓN.

Al ver Nuestro Señor Jesucristo que sus Apóstoles estaban tristes porque los iba a dejar, los consuela prometiéndoles que no los abandonará, y que les conviene que se vaya a su Eterno Padre, porque desde ahí los asistirá y les asegura que todo lo que le pidan a Dios en su nombre, les será concedido. Por consiguiente, la eficacia de la oración se funda:

EN LA BONDAD DE DIOS PADRE: Dios N. S. Es un Padre infinitamente bueno, Padre Nuestro; nos ama tiernamente; conoce nuestras necesidades; quiere ayudarnos y está ansioso por colmarnos de sus dones. ¿Si él nos envió a su Hijo Unigénito para salvarnos, cómo podrá negarnos aquellas gracias que necesitamos para que la venida de Jesús sea para nosotros provechosa?

El mismo Padre os ama porque vosotros me habéis amado, y creído que yo he salido de Dios (S. Juan XVI, 27). He aquí el fundamento del amor que nos profesa el Eterno Padre, porque nosotros amamos a su Hijo.

EN SU PODER: Dios N. S. No tan solo quiere ayudarnos, sino que puede porque es Omnipotente. Los hombres de la tierra, si bien en ocasiones revestidos de gran poder, quisieran ayudarnos, con todo no les es posible; pero Dios N. S. Todo lo puede y nada se le resiste. La única condición que nos pone es que pidamos en su nombre: En verdad, en verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá (S. Juan XVI, 23).

EN LA PROMESAS DE N. S. JESUCRISTO. Ha empeñado su palabra de que nos oirá en nuestras oraciones: pedid, y se os dará; llamad, y os abrirán (S. Mat. VII, 7). La promesa no podría ser más formal, ni más solemne: Dios nunca falta a su palabra; antes faltará el cielo y la tierra, que dejarse de cumplir lo que Dios promete.

EN LOS MÉRITOS DE NUESTRO DIVINO REDENTOR. Estos son infinitos, superiores a cualquier otro poder, y que tienen que ser admitidos en el acatamiento divino.

CAUSAS POR LAS CUALES NUESTRA ORACIÓN NO ES ESCUCHADA.

PORQUE PEDIMOS SIENDO MALOS. Nuestras malas disposiciones hacen que nuestras oraciones sean ineficaces; o porque el alma está sumida en el pecado mortal, o porque está llena de imperfecciones que la hacen indigna de ser escuchada.

PORQUE PEDIMOS COSAS MALAS. O cosas inconvenientes, o que pudieran sernos perjudiciales. Dios N. S., como buen Padre, en ocasiones no nos otorga lo que le pedimos, porque conoce que sería para daño de nuestra alma.

PORQUE PEDIMOS DE MALA MANERA. Nuestras oraciones en ocasiones no poseen aquellas cualidades que la hacen digna de ser oída por Dios. Nuestra oración debe ser: reverente, humilde, atenta, confiada y constante. ¿Serán éstas las cualidades de nuestras oraciones?

En este escrito sólo hemos tratado a la oración de una manera general, ya que en otros escritos posteriores explicaremos las diferentes clases de oración que existen y que son muy provechosas para el alma.

En gran parte de este escrito esta tomado sobre Libro del Arte de Santidad del P. Ernesto Rizzi S. J.

Sinceramente en Cristo

Mons. Martín Dávila Gándara

Obispo en Misiones

Sus comentarios a obmdavila@yahoo.com.mx


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