Columna: Entre temor y tradición

Temor 

El aficionado al futbol no es de piedra y el hincha fronterizo no es la excepción a la regla; habrá seguramente quien asista al Estadio Olímpico Benito Juárez con temor, con susto y con un boleto los más cercano posible a la salida, como no va a ser así si las imágenes del Estadio Corregidora siguen vivas en la mente de millones de mexicanos. 

Por su parte, los directivos del FC Juárez hicieron lo suyo para prevenir hechos como los de la casa de los Gallos Blancos y ya unieron fuerzas con la Policía Municipal, el Ejército y hasta la Guarda Nacional, todo para evitar disturbios. Claro que prohibirle la entrada a la barra visitante no impide que se forme la campal en el estacionamiento, para eso los "grupos de animación" se pintan solos.

Habemos quienes tenemos el privilegio y la responsabilidad de colgarnos una acreditación de prensa en el cuello y ver el partido como nadie más, todo para contar los hechos y dar el análisis oportuno de lo acontecido. Nos creemos los reyes del mundo, por que nos escuchan, nos leen y aveces, hasta concuerdan con lo que decimos; nosotros también vamos al estadio con el mismo temor. 

Tocará entonces ir y pasar entre el Ejército y escudos antimotines, todo por culpa de una bola de “aficionados” inadaptados con la masa cerebral de un palo de escoba; eso sí, acudiremos en horario tradicional para presenciar algo muy típico del futbol fronterizo. 

Tradición

A lo largo de su historia en Primera División, el equipo comandado por Ricardo Ferretti ha hecho uso de los viernes por la noche para sus encuentros; la razón es bien sencilla. Es un equipo “chico” que no termina por destacar y que ha servido para llenar en el espacio que dejaron los Tiburones Rojos del Veracruz y los Lobos BUAP, tanto en la cancha como en la tabla porcentual. 

Eso sí, Bravos tiene lo que sus antepasados nunca pudieron conseguir: Tradición. No hablo de la tradición de los colores ni la de jugar los viernes, para nada; sino la tradición de autosabotearse para caer víctimas del resultado cada ocho días. 

Es tan arraigada la costumbre que hasta con los suplentes del León se las ingeniaron para perder, el mejor Bravos de toda la temporada salió con el mismo resultado de toda la vida, de un partido en casa para acabarla de amolar. Tan arraigada que parecen inamovibles del horario de las 8:00 de la noche.

Así Llegamos

Así pues llegamos a ver a Bravos; entre el temor de lo sucedido la semana pasada, seguramente entre armas largas, chalecos antibalas y policías municipales; entre gente que tiene miedo y entre otros como el propio Marcos Mauro, que ve al San Benito como “un lugar muy seguro”. 

Así llegamos, con miedo y una tradición que por el momento… parece inquebrantable.