El tiempo por Tutiempo.net
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Valor y buen empleo del tiempo | Monseñor Dávila

“Toda la noche hemos trabajado y nada hemos obtenido” (Lc., V, 5)

Por: Redaccion 17 Junio 2016 13 06

¡Cuántos cristianos en el lecho de su muerte podrán usar este lenguaje al ver cómo su pobre vida ha transcurrido en la noche del pecado, o sea malográndola para la eternidad, porque no habiendo trabajado por Dios, ni según Dios, han perdido su tiempo!

El Valor del tiempo.

Dice San Bernardo: “Nada tan precioso como el tiempo, nada tan valioso y estimado”. Pensamiento muy verdadero.

1) El tiempo es precioso porque es el precio de la sangre de Jesucristo. Debido a que sobre nosotros pesa una sentencia de muerte que dice: “No bajarás al lecho a que has subido, pues morirás” ( II, Rey., I, 4, 6 y 16), pero Nuestro Señor se interpone, y se ofrece para rescatarnos con su muerte en la Cruz.

2) Es la moneda para comprar el cielo. Cada momento vale la eternidad: porque en cada momento pende como en un hilo nuestra eternidad.

El tiempo se nos ha dado no para amontonar riquezas, para gozar, para divertirnos, para estar ociosos, sino para hacer penitencia, y abstinencias, y de este modo adquiriendo gracias que nos permitan obtener la gloria prometida.

3) Es breve: Así como nos dice el Salmo XXXVIII, 6: “Has reducido a un palmo mis días, y mi existencia delante de ti es nada; no dura más que un soplo todo hombre”.

Porque el tiempo, no esta en nuestro poder. El pasado ya transcurrió, ya no nos pertenece. El futuro, lo esperamos. El presente, este sí: nos pertenece; pero es solamente un instante, y Dios no nos da más que uno a la vez, y ¡qué pronto pasa!

El Buen empleo del tiempo.

El Espíritu Santo, nos dice en el Eclesiástico IV, 23: “Hijo, espera y conserva el tiempo y guárdate del mal ”. Y San Pablo también nos recuerda: “Mientras haya tiempo, obremos el bien” (Gál., VI, 10).

Cómo se pierde el tiempo.

*-Muchos pierden el tiempo por pereza, otros no hacen caso de él, al no ocuparlo en algo. Estos cristianos perezosos, son merecedores de aquellas palabras de Nuestro Señor a los jornaleros desocupados: “Porque estáis toda el día de ociosos” (Mt., XX, 6).

*-Otros lo pierden por falta de orden, de regularidad, van de una cosa a otra, no terminan lo comenzado, o hacen algo de lo que no deben hacer.

*-Hay otros cristianos, que pierden el tiempo, al no cumplir con sus propios deberes. El profeta Ageo, hace este reprocha a estas personas: “Sembraste mucho, y cosechaste poco” (Ageo, I, 6).

*-Algunos lo emplean en cosas vanas, fútiles, inútiles.

*-finalmente, otros lo emplean en hacer el mal, o en pecar.

Cómo se debe de emplear el tiempo.

Para emplear bien el tiempo, es necesario considerar las tres indicaciones de San Bernardo:

1) Obrar con orden, y según la importancia de las acciones que se haya que hacer. El alma antes que el cuerpo, Dios antes que todo. Así como dice Nuestro Señor: “Buscad primero el reino de Dios, y lo demás se os dará por añadidura” (Mt., VI, 33).

¡Cuántos dicen que no tienen tiempo de servir a Dios, de cumplir sus deberes religiosos, de salvar su alma!

Después de Dios siguen los deberes de estado, después las obligaciones de justicia y de caridad, antes que lo que es de fantasía o de capricho.

Respecto a las cosas indiferentes y libres, hay que preguntarse: ¿De qué me va a servir esto para toda la eternidad? ¿Qué me beneficia? ¿Qué me perjudica?

2) Con estudio. Hacerlo todo cuidadosamente, con entusiasmo y fervor, como si tuviésemos que morir inmediatamente después.

3) Con el fin o con la finalidad de hacerlo todo, primeramente por Dios, por amor a Él, para agradecerle y glorificarle. Así como decía San Ignacio de Loyola: “A mayor gloria de Dios”; y también como decía San Pablo: “Que todas vuestras obras sean hechas con caridad” (I Cor., XVI, 14). Ya que la Caridad es la que da el valor a nuestras acciones y es la medida de su recompensa.

Después de buscar la gloria de Dios por la Caridad, debemos de buscar nuestra propia santificación para asegurar nuestra salvación. Finalmente, debemos buscar el bien y la utilidad del prójimo.

Como conclusión, acerca del buen empleo del tiempo, podrá estar contenida en esta hermosa consigna de un misionero: “Hacerlo todo por deber, nada por placer, pero todo gustosamente”.

¡Ah! Si nosotros lo hiciésemos así, y si supiésemos santificar nuestro tiempo y nuestra vida, ¡qué alegría y qué consuelo en la hora de nuestra muerte!

Gran parte de este escrito fue tomado del libro: “Archivo Homilético” de J. Thiriet- P. Pezzali.

Sinceramente en Cristo

Mons. Martín Dávila Gándara  

Obispo en Misiones

Sus comentarios a obmdavila@yahoo.com.mx


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